
7º Domingo Ordinario (C): "Ama a tus enemigos"
by Rev. Jovy B Roldan | 02/23/2025 | From the ClergyEl Evangelio de hoy insta a los cristianos a permanecer fieles a su naturaleza de amar incluso cuando las personas que los rodean permanecen inflexibles en su naturaleza de odiar.
En la primera lectura, Saúl amaba a David como a un hijo, pero Saúl comenzó a tener celos de la popularidad de David. Saúl comenzó a perseguir a David para matarlo con el fin de eliminar esta amenaza. Sería de esperar, dada la oportunidad, que David a su vez le quitara la vida a Saúl para "desquitarse". Pero cuando Saúl y sus hombres se durmieron y David tuvo una buena oportunidad de golpear a Saúl, no "se aprovechó" de él. David respetaba a Saúl como ungido por Dios. San Lucas a menudo usa una técnica que los estudiosos de las Escrituras llaman la "Gran Inversión". San Lucas
Lucas expondrá ciertas cosas que a las personas se les había enseñado a creer sobre Dios o esperar de la vida, luego, de la nada, revelará que Jesús invirtió completamente sus nociones. La noción predominante era que el puntaje siempre debería "estar empatado". La venganza no era totalmente aceptable, pero “desquitarse” no sólo era aceptable, sino que incluso era necesario en aras del honor. Pero para Jesús, dar es mucho más importante que tener. Debemos ser generosos sin número. Nuestra bondad debe ir más allá del nivel humano; debe ser un poco más alta que lo ordinario. Debe llegar hasta el punto de desear todo lo mejor para nuestros enemigos. La ética cristiana es positiva. No consiste en “no hacer”, sino en hacer las cosas. Jesús nos dio la regla de oro que nos ordena hacer a los demás lo que deberíamos hacer con nosotros. En la historia, muchos escritores y maestros antiguos (Hillel, Filón, Confucio, etc.) lo hicieron en forma negativa: “No hagas a los demás lo que no quieres que los demás te hagan a ti”. Para Cristo, una buena conducta moral está siempre en el “acto de hacer” activo y no simplemente en eludir la responsabilidad, en la actitud pasiva de “no hacer”. Fueron necesarios hombres piadosos como Mahatma Gandhi y Martin Luther King, Jr. para despertar a los cristianos a la importancia de la no violencia como norma de la respuesta cristiana a la persecución, la opresión, el abuso y la injusticia. Jesús sigue siendo el mayor maestro y ejemplo de no violencia, porque incluso cuando lo llevaban a una vergonzosa ejecución pública en la cruz, todavía pudo decir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Por naturaleza, solo amamos a amigos y seres queridos. No nos importan tanto nuestros enemigos. Amar a los enemigos no es solo algo que no hacemos, sino algo que difícilmente podemos hacer. Algo más allá de nuestro poder humano. Amar a quienes nos odian necesita un “respaldo” de lo Divino. Necesitamos gracia. Solo el Espíritu de Dios puede darnos sabiduría para entender por qué debemos amar a nuestros enemigos. Necesitamos la gracia para ver en la cruz, el significado de “morir por” la humanidad pecadora, como un acto del amor incondicional de Dios por nosotros. No es con nuestro prójimo con quien debemos compararnos, sino con Dios. La razón por la que Cristo aconseja amar a nuestros enemigos es que eso nos hace semejantes a Dios. Es su manera de actuar. Dios envía su lluvia a justos e injustos; abraza tanto a pecadores como a santos. Es ese amor el que debemos copiar. Si buscamos el mayor bien de nuestro enemigo, seremos en verdad parte de los hijos de Dios. Vemos que “enemigos” aquí significa aquellos que odian a los discípulos, no aquellos a quienes los discípulos odian. Los discípulos no deben odiar a nadie. Si por enemigos entendemos a aquellos que odiamos, entonces los cristianos no deberían tener enemigos. Pero si por enemigos entendemos a aquellos que nos odian, entonces no podemos evitar tener enemigos. No podemos controlar cómo nos tratan los demás; solo podemos controlar cómo los tratamos nosotros. No podemos obligar a nadie a que nos quiera, pero siempre podemos convencernos a nosotros mismos de amar, aunque no seamos amados. El Evangelio nos recuerda hoy que ojo por ojo, todos quedan ciegos. Si hay en nuestras vidas un escorpión de odio que se deleita en picarnos, permanezcamos fieles a nuestro compromiso de amar.
-Rev. Jovy B Roldan
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