Reflexión

by Obispo Myron J. Cotta, D.D.  |  12/24/2023  |  From the Clergy

II Corintios 1:3-5 "¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación! Que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así abunda también nuestra consolación por medio de Cristo."

Mis queridos hermanos y hermanas:

El tiempo de Adviento y la luz que trae, nos ruega que nos volvamos a Dios en busca de su consuelo, y nos desafía a consolar a otros "que están en tribulaciones". Esta recomendación de San Pablo a los Corintios también está destinada a nosotros, especialmente durante este tiempo santo de espera y esperanza. Con el Adviento, comenzamos un nuevo año litúrgico, y una de las proclamaciones de clarín, expresada en palabras y cantos es:

"Consuela, consuela a Mi pueblo". Isaías 40:1

Este consuelo celestial comienza con un Dios que ama y se preocupa por nuestro bienestar: "el Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias". Es en la Persona del Mesías, Jesús, que hemos recibido: Luz, consuelo y esperanza. Al abrazar esta verdad, debemos perseverar en saber que el Padre nos consuela en todas nuestras aflicciones como lo hizo con su Hijo Jesús. Incluso durante la terrible pasión y muerte de Jesús, en medio de la experiencia de la oscuridad del abandono, Jesús perseveró y confió en su Padre misericordioso.

Durante estos tiempos inciertos de guerras y violencia, odio, anarquía y división, en medio de todo esto, nosotros también podemos experimentar una sensación opresiva de abandono. Es una oscuridad que puede instalarse sobre nosotros para desilusionarnos y robarnos la esperanza. Pero debemos estar seguros de que Dios, el Padre de las Misericordias, no nos ha abandonado.

Nosotros, durante este tiempo de Adviento, necesitamos ser un pueblo de esperanza. Una vez que estamos seguros en la esperanza, entonces podemos ser verdaderos instrumentos de aliento y consuelo para nuestros hermanos y hermanas que tienen miedo y que están luchando en esta vida. A medida que compartimos y unimos nuestras aflicciones a las de Cristo, así en Cristo, "participaremos abundantemente en su consolación".

Que el tiempo santo de Luz, consolación y consuelo, el Adviento, prepare, fortalezca e ilumine nuestras mentes y corazones mientras esperamos la Venida de Jesús. Durante este tiempo de Adviento y Navidad, ¡acojámonos a Él, que es el Consuelo, que fue enviado por el Padre-Emmanuel!

"¡Dejémonos consolar!" "¡Abracemos la Luz!"

En la paz de Cristo,

Obispo Cotta

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