Pocas cosas en la vida de una persona son tan importantes e influyentes como la familia. Mucho antes de que nos demos cuenta, nuestras familias están moldeando la forma en que pensamos y sentimos, la forma en que actuamos y reaccionamos. La familia es una fuerza poderosa, positiva y negativamente. Si crecemos experimentando aceptación y amor, aprendemos a querernos a nosotros mismos y a aceptar a otras personas. Sin embargo, si crecemos experimentando rechazo, tendremos un vacío donde pertenece el corazón, o un cáncer espiritual que solo un Dios puede sanar.

II Corintios 1:3-5 "¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de toda consolación! Que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros seamos capaces de consolar a los que se encuentran en cualquier tribulación, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así abunda también nuestra consolación por medio de Cristo."

Es curioso como presenta el cuarto evangelio la figura del bautista. Es un hombre sin mas importancia ni cualidades que lo destaquen. Nada nos dice de sus orígenes o su condición social. El mismo sabe que no es importante. No es el Mesías, no es Elías, ni siquiera es el profeta que todos estaban esperando. Solo se ve a si mismo como la voz que grita en el desierto: “preparen el camino del Señor”. Sin embargo, Dios lo envía como testigo de la luz, capaz de despertar la fe de todos. Una persona que puede contagiar luz y vida. ¿Qué es ser testigo de la luz?

Al entrar en el segundo domingo de Adviento, comenzamos a escuchar más acerca de Juan el Bautista en el evangelio durante un par de semanas. Juan era el primo de Jesús y el niño que saltaba de alegría” dentro del vientre de su madre Isabel. Sabía quién vendría y a quién llevaba María dentro de su vientre. Y según dijo, estando en su ministerio de preparar el camino, había de venir uno mayor que él. Ese alguien fue Jesús, el Rey del Universo, el Salvador del mundo, aquel cuyo nacimiento celebramos en Navidad.

El Adviento es un tiempo de espera y un tiempo para concentrarnos en nuestra preparación para la Navidad. Por supuesto, está la preparación física, pero lo más importante es la preparación a medida que hacemos lugar y espacio para Jesús en nuestros corazones y en nuestras vidas. En la Escuela Católica San Estanislao, involucramos activamente a nuestros estudiantes en esta preparación. En las aulas, los estudiantes reflexionan cada día con oraciones de Adviento y lecturas de las Escrituras. Muchos de nuestros maestros utilizan el Árbol de Jesé como herramienta de las Escrituras y otras aulas se centran en el papel de Nuestra Señora como Madre de Nuestro Señor Jesús. Ofrecemos confesión en la escuela para que nuestros estudiantes preparen sus corazones y leemos las lecturas diarias para preparar sus mentes. Se anima a los estudiantes a poner la fe en acción a través de su generosidad hacia los demás en nuestro Árbol de Donaciones y se les guía en oraciones por sus seres queridos mencionados en nuestro Árbol de Ángeles. Todo esto se hace para que puedan comprender el verdadero significado de la Navidad y acercarse a esta bendita época con el corazón abierto.

Este 23 de noviembre celebramos el “Día de acción de Gracias”, acontecimiento muy significativo en los Estados Unidos. Recordemos algo de historia: La celebración se remonta al año 1621, según los historiadores, después de un penoso invierno donde muchos colonos ingleses perdieron la vida, parece que el milagro de la vida se hizo realidad. Gracias a una “Buena cosecha” los habitantes de Plymouth en compañía de los nativos Wampanoag pudieron compartir los alimentos.

Con el tiempo la celebración se olvidó y posteriormente se recupera en tiempos del presidente George Washington, de igual forma Lincoln le dio mucha importancia.

Hoy la celebración adquiere mucha relevancia para la sociedad norteamericana. Creo que es conveniente destacar los VALORES y la Riqueza de dicha conmemoración:

A medida que el actual año litúrgico se acerca a su fin este mes, es oportuno y saludable que aprendamos la respuesta correcta a la pregunta inevitable que enfrenta toda persona humana en la tierra:

"¿adónde van las personas después de la muerte?"

¿Cuál es tu respuesta a esta pregunta?

En el evangelio de hoy domingo XXXII del Tiempo Ordinario Jesús nos cuenta la historia de 10 jóvenes que salieron al encuentro del esposo y llevaban sus lámparas; 5 llevaban aceite de repuesto para sus lámparas y 5 de ellas no.

El esposo llego y se abrieron las puertas para la fiesta, las que fueron a comprar mas aceite para sus lámparas cuando regresaron al encuentro del esposo se encontraron que la fiesta había comenzado, y la puerta estaba cerrada, no pudieron entrar al banquete. En esta historia Jesús nos dice cómo es posible entrar en el Reino de Dios (Mateo 25:1-13).

La Venerable Madre Henriette DeLille fue una mujer de fe, perseverancia y servicio que dedicó su vida a la gente de Nueva Orleans. Su valentía, compasión y dedicación a los oprimidos fue un brillante ejemplo de lo que significa vivir una vida de servicio y amor.

Biografía: Henriette DeLille nació el 11 de marzo de 1813 en Nueva Orleans. Era hija de padre francés y madre criolla afrodescendiente. Como una persona libre de color, Henriette creció en el Barrio Francés, un área que estaba profundamente dividida por raza y clase social.

Mi querido pueblo de Dios,

Cada octubre, la Iglesia en los Estados Unidos celebra el Mes de Respetemos la Vida y reconoce el primer domingo de octubre como el Domingo de Respetemos la Vida. Como católicos, estamos llamados a apreciar, defender y proteger a los más vulnerables, desde el comienzo de la vida hasta el final y en cada punto intermedio.

Durante el mes de octubre, la Iglesia nos pide que reflexionemos más profundamente sobre la dignidad de cada vida humana; y ofrece la oportunidad de apoyar financieramente los esfuerzos de la Oficina Diocesana del Ministerio de Familia y Respeto a la Vida por medio de la Colecta del Domingo de Respetemos la Vida. Las ganancias de la colecta anual proporcionan lo siguiente para su parroquia:

Saludos a mi familia de San Estanislao!

Aunque este fin de semana es el domingo 29 del tiempo ordinario, el 22 de octubre es también el día en que recordamos a San Juan Pablo II, Papa. Él fue el Papa antes de que yo naciera y durante la mayor parte de mi vida. Fue el primer Papa no italiano en más de 450 años y cómo cambió el mundo en su forma de vivir y en cómo amaba la fe católica y a Jesús. Tuve la suerte de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Roma, Italia, en el año jubilar del año 2000.

¡¡¡Llamando a todos los exalumnos!!! La Escuela Católica San Estanislao está increíblemente bendecida por los muchos ex alumnos que nos apoyan y abogan por nosotros. Muchos de nuestros padres son exalumnos de San Estanislao y se esfuerzan por aprovechar los principios de fe, excelencia y tradición aprendidos en sus años en nuestra escuela.

En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de "salida" que Dios quiere provocar en los creyentes. Abraham aceptó el llamado a salir hacia una tierra nueva. Moisés escuchó el llamado de Dios e hizo salir al pueblo hacia la tierra de la promesa. A Jeremías le dijo: "Adondequiera que yo te envíe irás".

Hace algunas pocas semanas escuchábamos en el evangelio de San Mateo lo siguiente: “Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete". (Mt 18, 21 ss”) Lo que llama profundamente la atención es la postura de Jesucristo: SIEMPRE HAY QUE PERDONAR.